10° domingo durante el año - ciclo B


34 -2 El sacramento de la Confirmación       PADRES   NIÑOS

El Espíritu nos unge para ser discípulos misioneros, testigos de Jesús

1. La Confirmación, un nuevo Pentecostés.

     En Pentecostés, el Espíritu Santo transformó a los apóstoles, que se habían encerrado por miedo, en hombres valientes.
     Salen a las calles y gritan al mundo la Verdad. El Espíritu de Jesús también nos puede cambiar y renovar profundamente a nosotros.
     La Confirmación debe llegar a ser para cada uno de nosotros su Pentecostés personal, su transformación en una persona cada vez más configurada por el Espíritu de Jesús.
     Renovados por el Espíritu Santo podremos renovar al mundo.
"América Latina no será un continente nuevo sin hombres nuevos que, a la luz del Evangelio, sepan ser verdaderamente libres y responsables." (Medellín, Justicia 3).

2. Sacramento de la madurez cristiana
                                                                             
La Confirmación es como una maduración del Bautismo. Lo "confirma", refuerza y completa. Lo que se nos ha dado en el Bautismo, es fortalecido
en la Confirmación.
La misma relación que existe entre la Pascua y el Bautismo, existe también entre Pentecostés y la Confirmación.
      Si bien ya nacimos a la fe, y el Espíritu Santo habita en nosotros desde el Bautismo, en el Sacramento de la Confirmación recibimos la plenitud del Espíritu Santo para asumir conscientemente la fe.
      La mayoría de nosotros fuimos bautizados como niños. Fueron nuestros padres los que tomaron esta decisión. En la Confirmación tenemos la oportunidad de «confirmar» nosotros mismos el compromiso bautismal, haciendo libremente  nuestra opción personal por Cristo y su Iglesia.

3. Los signos de la Confirmación
                                                                La imposición de las manos
                Ya desde los tiempos de Abraham, la “imposición de las manos” era un gesto de bendición y un signo de elección divina. Los patriarcas y profetas lo usaban para consagrar los reyes, dar el don de profetizar y limpiar de la lepra. Como su maestro Jesús, también los apóstoles imponían las manos para “hacer milagros”.
              Este gesto humano y simple, acompañado de oraciones, trajo consigo la gracia de curar enfermos, instituir diáconos o misioneros y consagrar obispos y sacerdotes. Es un signo de COMUNICACION DEL ESPIRITU SANTO.
              En la Confirmación consagra al cristiano para ser profeta y testigo de Cristo.

La Unción - Crlsmación
                                          El obispo hace el signo de la cruz en la frente del confirmando con el aceite del Crisma.
              El aceite es un símbolo ya muy antiguo de la PRESENCIA DEL ESPIRITU (el Espíritu que cura, conserva e ilumina).
              La unción visible es el signo de la unción invisible por la que el Espíritu Santo viene a vivir en el confirmado.
              Como el aceite penetra con suavidad en el cuerpo, así somos “impregnados” por el Espíritu de Jesús.
              El óleo contiene un poco de BALSAMO, que es un perfume. Así como Cristo hizo sentir la presencia de Dios en medio de los hombres, el cristiano debe hacer sentir el “buen olor” de la presencia de Cristo en medio del mundo.
              Ese óleo significa además que nuestro cuerpo es ungido como templo del Espíritu Santo, y es preservado para la Resurrección, después de la cual nada más se va a corromper.

La Señal de la Cruz
                                  Es el signo típico del cristiano. Hacer la señal de la cruz sobre alguna cosa o persona significa que Cristo tiene derecho sobre aquella cosa o aquella persona. Es una especie de “marca del dueño”. El signo de la cruz de la Confirmación dice que somos del grupo de Cristo.
         También podemos decir que aquella “marca de la cruz imborrable” en la frente del confirmado es una especie de “consagración” de toda su vida. En adelante pasará a ser el “hombre de la cruz”.
Como Cristo,
vivirá su vida “dando vida” con las obras del amor.

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