RECLAMANDO A DIOS
Era un día lluvioso y gris. De pronto, me encontré con una niña apenas cubierta con un vestido roto, tiritando de hambre y de frío.
Me encolericé y le reclamé a Dios:
"¿Cómo es posible, Señor, que habiendo tanta gente en la riqueza, permitas que esta niña sufra hambre y frío? ¿Cómo es posible que te quedes ahí tan tranquilo, indiferente ante tanta injusticia, sin hacer nada?"
Después de un largo silencio, sentí que la voz de Dios me contestaba:
"¡Claro que he hecho algo! ¡Te hice a ti!"
Tony de Mello
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