Ascensión del Señor

34 Subió a los cielos, y está sentado a la derecha del Padre...        

       1. Jesús resucitado “es UNO” con el Padre, y está en todos y cada uno de nosotros por su Espíritu…

  • LA MISA ES EL “SACRAMENTO” (signo eficaz…)
    de esa PRESENCIA
  • Por la PALABRA (Liturgia de la Palabra de Dios)
  • Por la MEMORIA de la ÚLTIMA CENA
    (liturgia de la EUCARISTÍA)

    La “historia” de esta presencia espiritual de Jesús resucitado
en la misión de la Iglesia primitiva, la cuenta LUCAS en su segundo libro: los HECHOS DE LOS APÓSTOLES. Así comienza su relato: 
 Hech. 1, 1-14

Jesús había afirmado: “Vine del Padre
y vuelvo al Padre”.

También había dicho a los suyos:
“Voy a prepararles un lugar”.

En el libro de los Hechos se nos narra
la ascensión del Señor al cielo.
Lucas nos hace “visualizar”
su paso al Padre, su nueva vida,
su entrada en la gloria.


    
Como si el Señor quisiera dejamos algo así como un documental,
unas diapositivas de 
ese paso que todos vamos a dar
y que la gente sencilla describe con una frase muy significativa:
“se fue a la casa del Padre”.      

   Por eso la fiesta de la ascensión tiene un mensaje riquísimo para todos los que vamos hacia el Padre.

   Es la fiesta de la esperanza, de la alegría. Jesús vuelve al Padre. Comienza el tiempo de la presencia viva, gloriosa  y triunfante
de Cristo EN su Iglesia, presencia real que captamos por la fe.

   Es el Espíritu de Cristo quien guía a la Iglesia hacia la Patria definitiva.  

   Los discípulos se quedaron con la nostalgia
de Jesús y con el deseo del reencuentro final.
A ellos y a nosotros 
Jesús nos ha trazado el camino.  
Volverá un día a buscarnos para hacernos compañía en el “paso” hacia el Padre.         No tenemos aquí nuestra mansión definitiva.
Jesús Resucitado nos preparó un lugar en la casa del Padre.  
Por eso San Pablo nos grita: 
 “nosotros somos ciudadanos del cielo ..." 
y marchando clamamos con gozo:         
VEN SEÑOR JESUS”.

2. ¿PORQUE SIGUEN MIRANDO AL CIELO?

Nos cuesta desprendernos de aquellos que queremos.
Después de la despedida,
el que se queda, generalmente permanece mirando el camino por donde se ha ido su amigo.

Los discípulos se quedaron mirando al cielo…  Esta imagen puede sugerirnos varias cosas:

a)"Subir al cielo"  
Es lo mismo que alcanzar
el objetivo supremo
de la vida humana,
objetivo que puede variar
según las diversas religiones
o filosofías, pero que siempre,
de una o de otra manera,
se refiere a eso que hoy se llama “trascendencia".

Trascender. . . 

  • esta existencia con sus límites, con sus errores,
    con sus muertes.  Poder entrar en una "nueva dimensión",
    en un espacio distinto
    donde no exista el "no - puedo".
            
    b) "Arriba", "el cielo":
     "lugar" que indica la superación

de lo desconocido; lo mejor, lo pleno.


  c) "Siguen mirando al cielo":
se quedan con el anhelo
de trascender esta existencia
de hombres, este misterio
de hombres que nos lleva
a preguntarnos una y otra vez:
 

"¿Quién soy? ¿Para qué vivo? ¿Cuál es el fin de mi existencia? ¿Adonde va a parar la historia?”
   

           d) "Y ahora.. . ¿qué?

 ¿qué va a pasar con nosotros

sin el Maestro? No se daban cuenta que todo estaba preparado.

Ellos ya habían aprendido
lo suficiente, formaban un grupo humano 
tenían instrucciones
de permanecer en Jerusalén
hasta "recibir 
la fuerza del Espíritu Santo".   Pero no es fácil
"darse cuenta" que uno, persona,
o comunidad, ha crecido  y está
en condiciones de "vivir otras cosas", asumir mayores responsabilidades,

hacer lo que hacía el Maestro. ..

"Ahora" es el tiempo. . .
de la comunidad, de los testigos,
de los amigos, de "los que comieron
y bebieron con El", de los que fueron bendecidos por el Resucitado
antes de ascender al cielo.

"Ahora" es el tiempo
de la Fe que busca la Presencia, de la Esperanza que busca "subir al cielo", del Amor que busca a los hermanos...

"Ahora" es el tiempo de buscar el cielo, pero mirando el mundo,
la historia, el hombre, que Jesús dejó en manos de sus discípulos,
de su “rebaño”. Este Rebaño hoy tiene nuestras 
caras, nuestros nombres, nuestras manos. . Y el Señor nos acompaña: "Yo estaré siempre
con ustedes. . ."

   "AHORA": es el tiempo del "VAYAN Y ANUNCIEN. . .", 
predicando a todas las naciones la conversión “para la LIBERACIÓN del pecado. ¡Por eso. . . no podemos quedarnos mirando al cielo!

Es el tiempo de la comunidad que espera al Espíritu prometido
para anunciar el Evangelio.

Es el tiempo de la Iglesia que, según la riqueza de los dones del Espíritu, unida a Cristo-Cabeza, será testigo ante el mundo-todo de la Resurrección
y la alegría de Jesús.

Preparémonos para recibir la fuerza del Espíritu y ser sus testigos. . . "hasta los confines de la tierra".

3.  MATEO 28, 16-20: NUESTRA MISIÓN
                                                                         

 La situación que se vive hoy
en nuestras comunidades
no es nada fácil.

En nuestro corazón de seguidores de Jesús surgen no pocas preguntas:

¿Dónde reafirmar nuestra fe en estos tiempos de crisis religiosa?

¿Qué es lo importante en estos momentos? ¿Qué hemos de hacer en las comunidades de Jesús? ¿Hacia dónde hemos de orientar nuestros esfuerzos?

Mateo concluye su relato evangélico con una escena de importancia excepcional.

Jesús convoca por última vez a sus discípulos para confiarles su misión.

Son las últimas palabras que escucharán de Jesús: las que han de orientar su tarea y sostener su fe a lo largo de los siglos.

Siguiendo las indicaciones
de las mujeres, los discípulos
se reúnen en Galilea. Allí había comenzado su amistad con Jesús.
Allí se habían comprometido
a seguirlo colaborando
en su proyecto del reino de Dios.  
Ahora vienen sin saber
con qué se pueden encontrar.
¿Volverán a verse con Jesús
después de su ejecución?

El encuentro con el Resucitado no es fácil. 

 Al “verlo” llegar, los discípulos «se postran» ante él;

reconocen en Jesús algo nuevo; quieren creer, pero «algunos vacilan». El grupo se mueve

entre la confianza y la tristeza.
Lo adoran pero no están libres

de dudas e inseguridad.
        
Los cristianos de hoy
los entendemos. 
A nosotros
nos sucede lo mismo.
 
Jesús no les reprocha nada.
Su fe sigue siendo pequeña,  pero
a pesar de sus dudas y vacilaciones, confía en ellos. Desde esa fe pequeña
y frágil anunciarán su mensaje
en el mundo entero.

Así sabrán acoger y comprender a quienes a lo largo de los siglos
vivirán una fe vacilante. Jesús los sostendrá a todos.

La tarea fundamental que les confía es clara: «hacer discípulos» suyos en todos los pueblos.

No les manda a exponer doctrina, sino a trabajar para que en el mundo
haya hombres y mujeres que vivan como discípulos y discípulas de Jesús.

Seguidores que aprendan a vivir como él. Que lo acojan
como Maestro y no dejen nunca de aprender a ser libres, justos, solidarios, constructores de un mundo más humano.

Mateo entiende la comunidad cristiana como una "escuela de Jesús". Seremos muchos o pocos. Entre nosotros habrá creyentes convencidos y creyentes vacilantes. Cada vez será más difícil atender a todo como quisiéramos. Lo importante será que entre nosotros se pueda aprender a vivir con el estilo
de Jesús. El es nuestro único Maestro. 
Los demás somos todos hermanos
que nos ayudamos y animamos mutuamente a ser sus discípulos.

                                                                         

4. CON LOS CHICOS
Leemos el relato de la Ascensión de Jesús y comentamos
que el “cielo”es la intimidad de Dios, y Dios está en todas partes.

Por eso Jesús no se fue, está presente en nosotros por su Espíritu.

El nos acompaña con el Poder de Dios para que podamos cumplir nuestra misión, y estar un día con El para siempre. Lo que Jesús es ahora, un día todos lo seremos. Esa será nuestra resurrección.

         Hacemos con ellos una “lectura interpretativa” de los dibujos
que están en la 
“entrada n34” y luego los ayudamos a completar
el CUESTIONARIO

5. CONCLUSIÓN:  Compartiendo el Evangelio  

El Señor se va y se queda. No, no es el juego del escondite.

Es una manera de decirnos que es “nuestro tiempo”:

el tiempo de actuar, de comprometernos, de vivir lo que significa
la alegría de la Resurrección… Y anunciarlo incansablemente.

Él se queda en su Iglesia peregrina, que anuncia compartiendo el gran don de su Señor.

El Señor se va, pero permanece en nuestro corazón,
para transformar nuestra mente y activar nuestras manos
en la entrega diaria hasta el final.

El Señor se va, pero lo tenemos tan cerca que en cualquier bombeo del corazón lo podemos sentir latir, especialmente
en los pequeños, los que no cuentan, los pobres… El Señor se va, pero nosotros nos quedamos con Él. No hay forma que abandone
el cuerpo el que es su cabeza, su motor, su Vida. El Señor se va,
pero aquí está la Iglesia servidora de los pobres para hacerlo presente. El Señor se va. Es nuestro turno. No lo olvidemos.

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